Las distintas causas que condenan a la humanidad a enfermarse de cáncer en sus distintas formas, actúan sobre los animales que conviven con el hombre, indicando que este temible flagelo es y será en un futuro cercano uno de los principales motivos de muerte.
Predisposiciones genéticas, radiaciones ultravioletas, otros agentes físicos y diversas sustancias químicas, junto a desbalances hormonales, y hasta el humo de cigarrillo, son entre otros, disparadores del incontrolado crecimiento de células que enferman y matan a quienes lo padecen.
Se sorprenderá el lector porque pensarán que los perros o gatos no fuman, pero al convivir con fumadores empedernidos se convierten en fumadores pasivos al igual que los otros miembros de la familia.
Animales de pelaje blanco y desprovistos de capas protectoras, al exponerse a la continua radiación solar desarrollan en lugares más sensibles como orejas o nariz, agresivos cánceres de piel, los que pueden oponer resistencia a los tratamientos. Existen tumores benignos y malignos, que pueden ser tratados y hasta curados, y para ello se recurre a la cirugía oncológica, a la quimioterapia con un amplio vademécum de drogas de uso único o en combinación con protocolos establecidos, y a las radiaciones.
Cualquiera sea el caso y tal como sucede en medicina humana, es prioritaria la detección temprana que permite abordajes racionales y pronósticos más favorables. En nuestro campo la prevención también es primordial y en ese sentido es que se aconseja la castración temprana -antes del primer celo- para disminuir drásticamente la posibilidad de que una perra tenga un tumor de mamas. Quiero desterrar con esta afirmación avalada científicamente, que es absolutamente innecesario que una perra tenga una cría para poder castrarla, sino que por el contrario es mejor que no la tenga para esterilizarla.
Me refería también más arriba a los desbalances hormonales, y el uso irracional de anticonceptivos puede predisponer a algún tipo de tumores, a lo que se suma en gatos la posibilidad de disparar un cuadro de diabetes.
Lamentablemente existen distintos tipos de cáncer que asientan en diferentes sitios, y casi no existe órgano que escape a ese maldito destino. Ojos, nariz, orejas, boca, labios, huesos maxilares, glándulas salivales, ganglios, y siguiendo hacia atrás podríamos mencionar casi todos los órganos de un animal hasta llegar a la misma cola donde también puede asentar un tumor.
Tal como menciona el título de esta nota, el ritmo de crecimiento es diferente en cada caso, pero en ocasiones crece exponencialmente a punto que a partir de un grupo de células cancerígenas iniciales se pueden llegar a millones. Y tal es el número necesario para poder detectar radiologicamente una metástasis en un pulmón de un tumor asentado primariamente en una mama u otro órgano.
Como imaginarán, el campo de la oncología es amplio, y vastos son los recursos para investigar las distintas alternativas que permitirán morigerar el avance de estas patologías, donde la prolongación de las expectativas de vida favorecen estadística y biológicamente la aparición de más casos cada día.
Predisposiciones genéticas, radiaciones ultravioletas, otros agentes físicos y diversas sustancias químicas, junto a desbalances hormonales, y hasta el humo de cigarrillo, son entre otros, disparadores del incontrolado crecimiento de células que enferman y matan a quienes lo padecen.
Se sorprenderá el lector porque pensarán que los perros o gatos no fuman, pero al convivir con fumadores empedernidos se convierten en fumadores pasivos al igual que los otros miembros de la familia.
Animales de pelaje blanco y desprovistos de capas protectoras, al exponerse a la continua radiación solar desarrollan en lugares más sensibles como orejas o nariz, agresivos cánceres de piel, los que pueden oponer resistencia a los tratamientos. Existen tumores benignos y malignos, que pueden ser tratados y hasta curados, y para ello se recurre a la cirugía oncológica, a la quimioterapia con un amplio vademécum de drogas de uso único o en combinación con protocolos establecidos, y a las radiaciones.
Cualquiera sea el caso y tal como sucede en medicina humana, es prioritaria la detección temprana que permite abordajes racionales y pronósticos más favorables. En nuestro campo la prevención también es primordial y en ese sentido es que se aconseja la castración temprana -antes del primer celo- para disminuir drásticamente la posibilidad de que una perra tenga un tumor de mamas. Quiero desterrar con esta afirmación avalada científicamente, que es absolutamente innecesario que una perra tenga una cría para poder castrarla, sino que por el contrario es mejor que no la tenga para esterilizarla.
Me refería también más arriba a los desbalances hormonales, y el uso irracional de anticonceptivos puede predisponer a algún tipo de tumores, a lo que se suma en gatos la posibilidad de disparar un cuadro de diabetes.
Lamentablemente existen distintos tipos de cáncer que asientan en diferentes sitios, y casi no existe órgano que escape a ese maldito destino. Ojos, nariz, orejas, boca, labios, huesos maxilares, glándulas salivales, ganglios, y siguiendo hacia atrás podríamos mencionar casi todos los órganos de un animal hasta llegar a la misma cola donde también puede asentar un tumor.
Tal como menciona el título de esta nota, el ritmo de crecimiento es diferente en cada caso, pero en ocasiones crece exponencialmente a punto que a partir de un grupo de células cancerígenas iniciales se pueden llegar a millones. Y tal es el número necesario para poder detectar radiologicamente una metástasis en un pulmón de un tumor asentado primariamente en una mama u otro órgano.
Como imaginarán, el campo de la oncología es amplio, y vastos son los recursos para investigar las distintas alternativas que permitirán morigerar el avance de estas patologías, donde la prolongación de las expectativas de vida favorecen estadística y biológicamente la aparición de más casos cada día.
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