La veterana Catherine Fulop es en realidad un argumento convincente a favor de los que creen (son muchos, a pesar de la tendencia de los medios a mostrar todas sub-20) que la mejor edad de la mujer es por arriba de 35 años. Y volviendo a los bifes, todos saben que la carne cuando está fresca de verdad, recién faenada la vaca, es un desastre para comer, dura y de feo gusto. Los buenos matarifes dejan estacionar la carne un tiempo, la conservan en frío para que vaya tiernizándose y ganando en gusto. Tal cual como Catherine Fulop, fijate esa piel, esa bocota, esas curvas de mujer madura (bien diferente de esos físicos escuálidos mesomorfos afectados de anorexia, con menos carne que rodilla de loro). “Soy como los buenos vinos”, espeta la venezolana con la confianza que le da saberse dueña de tres de los agujeros más deseados de la Argentina, “el paso del tiempo me genera mejor aroma, mejor sabor”. Y hablando de sabor, atención paponeros porque hay una perlita. Catherine Fulop no salió en bolas en esta producción de Gabo, pero attenti con la foto donde está de brazos cruzados con una bombachota marrón, que parece venir con premio. Salvo que haya sido una casualidad de la tela, uno diría que los pliegues de la tela marrón revelan la labia de Catherine. Maravilloso, aún si no es, porque lo que importa es lo que nos sugiere, lo que nos hace volar. “Nunca me sentí más mujer que ahora”, dice la bestia venezolana y agrega “yo seduzco con la simpatía, con la sonrisa”. Y cuando los monos al palo ya estaban por gritar exasperados “ma qué sonrisa, mirá el culo que tenés, alta veterana!”, Fulop aclara para calmarlos “igual tengo claro que lo físico es importante.” Importantes van a ser los gritos que va a pegar esta alta veterana cuando hagas una exploración y explotación en las aguas profundas de la venezolana. Date el gusto: nacionalizale todos los yacimientos y perforale todos los pozos.
Con Catherine Fulop estamos remediando una omisión histórica, la de no tener hasta hoy a esta veterana que realmente tiene un lomo impresionante. Los críticos que sólo comen pendejas nacionales esgrimían una doble razon en contra de su inclusión en estas páginas: la nacionalidad y la edad. El argumento dice que como extranjera no se le debería permitir el ingreso al panteón de la carne argentina, como aplicándole a su lomo venezolano una cuota Hilton. Claro que no coincidimos, era una clara injusticia, pero la verdad que estar casada con “El Ova” en vez de ayudarla a entrar la alejaba. El otro argumento que surgía en los cafetines de Buenos Aires donde buscamos lograr “el consenso Notiblog” es que la carne vieja es difícil de masticar, un garrón fibroso que se te mete en los dientes y es intragable. Pero el argumento es totalmente falaz, y durante la informal encuesta notamos que los críticos de Fulop tienden a ser tipos ya veteranos que tienen su misma edad pero ya están arruinados. Pero los que podrían con derecho objetar la edad, son justamente sus ayores admiradores. “Son increíbles las cosas que me dicen los adolescentes”, dice la bomba venezolana entre sonrojada y excitada. “Me da verguenza porque realmente me siento grande para ellos”. Y los “adolescentes” a los que se refiere son pibes realmente chicos, esos que mas que mirar a Catherine Fulop serían un target para Luisana Lopilato. “Si escucharas lo que me dicen chicos de 12, 13 y 14 años, es fuertísimo”, sigue diciendo sorprendida, “me pone nerviosa pero reconozco que también me halaga”. Traduciendo su lenguaje de mina casada, lo que está diciendo es “la verdad me mojo al máximo cuando los chicos me dicen que me quieren chupar toda o hacerme la cola mal”, diría Fulop con una inyección de suero de la verdad, “pero después me acuerdo que estoy casada con el dolobu del Ova y me seco al toque”. Pero que nadie se engañe, porque la venezolana tiene todo el empuje de un verdadero tiburón femenino, de esos que cada tanto se comen un pibe, algún surferito con el pelo parafinado ahora que hizo la temporada como vedette en Mardel. Si en realidad ella no lo esconde. “Cuando me gusta un hombre voy de frente”, confiesa Fulop y ojo porque si la bestia esta te viene de frente con esos pechos vas a necesitar cuatro manos y dos pijas. Así que vos pendejo ya quedás avisado: cuando vayas a hacer un servicio a su casa de San Isidro, preparate porque todo el personal de servicio y la pendejada entran por la puerta de atrás (por el frente entra Ova, que tiene menos onda que un renglón). Y si te preocupa porque sos un poco ancho, quedate tranquilo porque la puerta de atrás tiene casi el mismo ancho que la de adelante (ahí se le notan los 41 pirulos viste?) y si notás que a la bisagra de la puerta de servicio le falta lubricación, no te hagas el gourmet preguntando “tenés manteca?”, juntá saliva por unos minutos (no vas a tener problema porque cuando veas a la Fulop en bolas se te va a hacer agua la boca) y ponele un escupitajo en la cerradura, vas a ver cómo se abre de una.
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