Llegó desde Uruguay con impronta propia para sumarse al staff de chicas Sofovich y enfrentarse con su rival y compatriota Claudia Fernández. A los 31 años, casada con un futbolista con el que tiene un hijo de 12 años, Mónica Farro apuesta todo a su desembarco en nuestro país y se desnuda en la obra “No somos santas” junto a Nazarena Vélez, Eliana Guercio, Fernanda Neil, Evangelina Carrozzo, Paula Volpe y Andrea Esteves. “Si no tenés problemas con tu cuerpo, no tenés por qué taparlo. Después de trabajar tres años para Playboy no tengo pudores. Siempre tuve que mostrar lomo y no tengo drama. Me encanta jugar con los ratones y fantasear la cabeza del hombre y de la mujer”, asegura la uruguaya que cruzó el Río de La Plata en busca de una mayor proyección para su carrera. Al parecer, hace un año y medio que Farro estaba en los planes artísticos de Gerardo Sofovich. Sin embargo, Mónica afirma que fue vetada: “Claudia Fernández le pidió por favor que no me trajera. Supongo que por envidia y celos. Quería ser la única uruguaya que triunfara en Argentina. Creo que ella no tiene códigos, y si te falta eso, no funcionás en ningún lado. Hoy por hoy, en Buenos Aires, está mostrando la hilacha de lo que ella es realmente”, arremete con dureza contra la vedette con la que compartió varios trabajos en su país natal.
Nacida en Montevideo, fue modelo, promotora, y hasta profesora y promesa olímpica de patín artístico. Sin embargo, en la actualidad no tiene intenciones de calzarse los patines de hielo y sumarse a la troupe de Patinando por un sueño. “Tengo miedo de lastimarme, porque tengo un problema de columna, y debo seguir laburando. ¡Quiero que me llamen para el Bailando!”, dice casi desesperada por sumarse a “ShowMatch”. Casada hace más de una década con el jugador Quique Ferraro, viajó por Chile, Ecuador, Bolivia y Honduras durante seis años para seguir los pasos deportivos de su pareja, con quien tuvo a Diego, su único hijo. “A los dos les encantó la obra. Vinieron a visitarme y paseamos por Buenos Aires. Pero en Uruguay, mi hijo no sale a la calle conmigo. Allá soy muy conocida, y los amigos le hablan de mí. A mi marido lo respetan mucho. Además soy de ir a verlo a la cancha, aunque contra algunos equipos no puedo”, revela la infartante rubia, que no recibe reproches ni escenas de celos de los hombres de la familia por su profesión. Es más, admite que las veces que la llamaron para ofrecerle plata por sexo, “le paso el teléfono a mi marido para ahuyentar a los atrevidos”.
Con medidas voluptuosas, que acaparan la atención, Farro asegura: “Quiero quedarme en Argentina y crecer haciendo televisión y teatro. Me gustaría que la gente me vea como una profesional y no como un cacho de carne. Soy más que unas tetas y un culo”.
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