El beso, cuanto más húmedo y con más lengua mejor
La conclusión más importante a la que han llegado en Albany es que lo que empezó como una técnica de cortejo ha acabado convirtiéndose en un método de espionaje. El beso, cuanto más húmedo y con más lengua mejor, es una base de datos bioquímica que la mujer procesa inconsciente, pero implacablemente: de ahí obtiene información sobre las condiciones físicas de cualquier candidato, así sea remoto, a padre de sus hijos. Por la boca muere el pez, y por la saliva el macho que no da la talla.
También los machos humanos pueden sonsacar así hasta qué punto las hembras humanas son fértiles, incluso si están más cerca o más lejos de la menstruación. Como los hombres tienen menos sensibilidad bioquímica que las mujeres, necesitan muestras más grandes. Esto explicaría porque los hombres prefieren los besos de tornillo, hasta el fondo de la garganta, y con la boca abierta al máximo.
De todos modos, el estudio concluye que los besos espía son más patrimonio de las mujeres. Los hombres priorizan su uso como reclamo sexual. No sólo en el sentido más evidente: a través de la saliva hay intercambio hormonal, por ejemplo de testosterona. Cuando un hombre logra introducir testosterona en la boca de una mujer, esto mejora la receptividad sexual de ésta.
Hasta el punto de que algunos acusados de violación se sentían menos culpables si había habido besos previos en la boca con la víctima.
Los autores del estudio insisten en que han apuntado a una población muy concreta: jóvenes estudiantes solteros. Los resultados que valen aquí pueden no valer, o no valer tanto, para personas más mayores, casadas, con hijos, etc. En cambio constituyen una atalaya de privilegio para ver si el beso es o no es un detonante decisivo para el futuro, o no futuro, de una relación. ¿Se elige o se descarta a una pareja por el primer beso?
Garantía de éxito
En Albany concluyen que besar bien no garantiza el éxito, pero besar mal casi seguro que lleva al fracaso. Hombres y mujeres coinciden en dar más importancia al beso en las relaciones de largo recorrido que en las efímeras. En este último caso, para el hombre el beso es un mero instrumento erótico; se muestra más dispuesto a prescindir de él (hay más hombres que mujeres dispuestos a tener sexo sin besos, mientras más mujeres dispuestas a marcar la diferencia, como las prostitutas cuando se niegan a besar en la boca a sus clientes) y lo ve más útil al principio, para engrasar la máquina, que al final. La mujer es más proclive a besar después de un coito puntual. El hombre tiende más a eludirlo, cuando ve en él el fantasma del compromiso.
La disponibilidad a un compromiso es una de las cosas que una mujer puede estar midiendo inconscientemente cuando se besa con su hombre. O cuando la que se besa es otra: entre mujeres son mayores los celos cuando saben que su compañero sentimental ha besado con lengua a otra persona.
Por último, los hombres usan más el beso para acabar una pelea. En eso se igualan con los chimpancés y los bonobos, que también se besan mucho para hacer las paces.
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