Metalero hasta la muerte
El hombre asistió en 2006 a más de 300 conciertos de heavy metal, por lo que perdió varios de los empleos que tuvo a lo largo del año.
Tullgren llevaba ya 10 años intentando que la justicia sueca reconociera su adicción musical como una dependencia que le mermaba psicológicamente. Así que entre el juez encontró la solución: un trabajo a media jornada donde además pudiera seguir cultivando su melomanía, y una pensión de 400 euros al mes para cubrir la parte del día no trabajada. Tres psicólogos impulsaron la moción.
Roger dijo al periódico sueco 'The Local' que firmó una declaración, avalada por los psicólogos en la que decía que, debido a que se siente impulsado a mostrar su modo de vida "heavy", "'dificulta su situación en el mercado laboral. Por lo tanto, necesita ayuda financiera adicional'. Así que ahora puedo ir a una entrevista de trabajo vestido como voy habitualmente y darle ese papel al entrevistador".
Tullgren se gana la vida como lavaplatos, y su nuevo jefe le permite escuchar la música que le gusta en tanto no haya clientes. El "adicto" reconoce que, de mañana, prefiere "death metal", y en la tarde, algo más clásico, como "Black Sabbath", su primer amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario