
Lo cierto es que el viernes 12 a la noche, en el programa de canal 7 “Yo amo a la TV”, donde Marina es una de las panelistas, Martín Virasoro concurrió como invitado para hablar de la sensación que está causando el certamen de patinaje de “ShowMatch”, pero terminó lanzando y, recibiendo, varios guiños que confirman el presente amoroso que los une. “Le mando un beso a Marina”, dijo el muchacho enviándole un beso volador. “Te felicito porque no es fácil venir a un programa estando presente una persona que te compromete. Te felicito. Es una buena piba”, asestó Guillermo Blanc, conductor del ciclo, alimentando la situación y a modo de confirmación una vez que finalizó la entrevista que el coach general compartió junto a Marixa Balli. Es más, una vez que la flamante pareja se creyó a resguardo de las miradas indiscretas, se dieron un fugaz piquito que unió sus labios en los pasillos de la emisora estatal. Si quedaba algún tipo de dudas, ellos mismos se encargaron de despejarlas. No es la primera vez que la hija de Coca y Juan Carlos Calabró tarda en confirmar algo que es un secreto a voces. Como así tampoco es la primera vez que comienza una relación de pareja pocos meses después de haberse separado de Maximiliano Ambrosio, el chef y productor con el que se casó el 29 de junio de 2002. A mediados de 2004, tras la primera crisis importante que derivó en una ruptura transitoria con su marido, Marina tuvo un amorío con el conductor televisivo David Kavlín, descubierto por Semanario, que se diluyó rápidamente y culminó con la reconciliación del matrimonio. Pero ahora, luego de que Calabró anunciara que no hay vuelta atrás en la relación con Maxi, el amor volvió a golpear de repente las puertas de su corazón para ponerla en movimiento. Al parecer, la soledad no es algo que esté dispuesta a soportar.
“Martín me acompañó desde la distancia en el momento que me estaba separando, y que era muy duro para mí. Nació una amistad. Por ahora los tiempos son demasiado cortos para pensar en otra cosa. Yo no soy nadie para confirmar o no una relación...”, dice casi enigmática, queriendo salvaguardar el incipiente noviazgo que la entrelaza con Virasoro, un profesional que dejó transitoriamente su puesto de Gerente de Recursos Humanos en la empresa familiar, para aventurarse como coordinar de los equipos de Patinando por un sueño. “Soy consultor psicológico, una especialidad que apunta más que nada a lo empresarial, pero que también trata casos particulares con terapias breve que van de dos meses a dos años. Ayudo a que la gente pueda soltar todo el potencial que tiene. Siempre estuve acostumbrado a tener contacto con gente muy importante, como políticos, empresarios o diplomáticos. Por eso no me llamó la atención estar con gente famosa. Me gusta este medio”, explica Martín sobre su labor, y enseguida habla de la situación que derivó en este romance: “Son cosas que pasan. Marina viene de una separación, y está haciendo los trámites de divorcio en este momento. Fui un apoyo. Mi función es que las participantes puedan rendir al máximo para que el show salga de la mejor manera. Como hace cuatro años yo también pasé por un divorcio, la comprendí desde la experiencia”.
La vida los acercó, y entre cafés y charlas, nació un sentimiento que ninguno de los dos pudo o quiso controlar. Sin embargo, por ahora, el pie no aprieta el acelerador a fondo. “Marina tiene que terminar de cerrar sus cuestiones legales, hay terceras personas a las que hay que cuidar, pero estamos muy bien. Marina es una persona muy precavida y respetuosa de los demás, y esto es lo que hizo que ella se tome sus tiempos para decidir empezar a salir y conocer a alguien. En este caso me tocó y estoy muy feliz por eso”.
Aunque se esfuerzan por demostrar que la historia entre ambos apenas está en el prólogo, la relación ya avanzó varios casilleros. Al ritmo del paso a paso, Marina y Martín van escribiendo los primeros capítulos de un amor que los empezó a transformar lentamente.
“Martín me acompañó desde la distancia en el momento que me estaba separando, y que era muy duro para mí. Nació una amistad. Por ahora los tiempos son demasiado cortos para pensar en otra cosa. Yo no soy nadie para confirmar o no una relación...”, dice casi enigmática, queriendo salvaguardar el incipiente noviazgo que la entrelaza con Virasoro, un profesional que dejó transitoriamente su puesto de Gerente de Recursos Humanos en la empresa familiar, para aventurarse como coordinar de los equipos de Patinando por un sueño. “Soy consultor psicológico, una especialidad que apunta más que nada a lo empresarial, pero que también trata casos particulares con terapias breve que van de dos meses a dos años. Ayudo a que la gente pueda soltar todo el potencial que tiene. Siempre estuve acostumbrado a tener contacto con gente muy importante, como políticos, empresarios o diplomáticos. Por eso no me llamó la atención estar con gente famosa. Me gusta este medio”, explica Martín sobre su labor, y enseguida habla de la situación que derivó en este romance: “Son cosas que pasan. Marina viene de una separación, y está haciendo los trámites de divorcio en este momento. Fui un apoyo. Mi función es que las participantes puedan rendir al máximo para que el show salga de la mejor manera. Como hace cuatro años yo también pasé por un divorcio, la comprendí desde la experiencia”.
La vida los acercó, y entre cafés y charlas, nació un sentimiento que ninguno de los dos pudo o quiso controlar. Sin embargo, por ahora, el pie no aprieta el acelerador a fondo. “Marina tiene que terminar de cerrar sus cuestiones legales, hay terceras personas a las que hay que cuidar, pero estamos muy bien. Marina es una persona muy precavida y respetuosa de los demás, y esto es lo que hizo que ella se tome sus tiempos para decidir empezar a salir y conocer a alguien. En este caso me tocó y estoy muy feliz por eso”.
Aunque se esfuerzan por demostrar que la historia entre ambos apenas está en el prólogo, la relación ya avanzó varios casilleros. Al ritmo del paso a paso, Marina y Martín van escribiendo los primeros capítulos de un amor que los empezó a transformar lentamente.
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